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Jul 14, 2014

Reflexiones sobre Liderazgo desde Brasil

Han pasado ya algunos días del descalabro de la selección española de fútbol, tiempo suficiente para poder extraer conclusiones centradas en un análisis racional y absolutamente alejadas del “forofismo emocional”. Para ello vamos a centrar el análisis en el Liderazgo y la racionalidad en criterios de management. Al igual que cualquier Organización, la estructura de la selección está configurada por un modelo de negocio (podríamos asimilarlo al estilo de juego), por unos profesionales que configuran el pack de Humanos con Recursos, y por un líder cuyo ámbito de responsabilidad se centra en la visión y la gestión de todo lo anterior.

Ante el humillante fracaso que hemos vivido debemos preguntarnos qué es lo que ha fallado. ¿El modelo? ¿Los profesionales? ¿El líder? Es obvio que cuando falla el modelo y cuando los profesionales no están comprometidos o no tienen el desempeño que debieran, el único responsable es el líder, y más cuando desde la perspectiva de política retributiva el incentivo por el logro del objetivo era de 720.000€, una cifra que doblaba la de otros competidores como Alemania y Brasil (competitividad externa) y que representaba ganar en 30 días el equivalente a 80 veces el SMI anual español (competitividad interna).

El mismo liderazgo del mismo seleccionador que había sido un éxito en el 2010 en el 2014 ha fracasado estrepitosamente. Vamos a intentar analizar lo que ha pasado desde la perspectiva de los estilos de liderazgo de Daniel Goleman. En los 90’s, un entrenador llamado Johan Cruiff desarrollo un modelo de juego que representó una exitosa innovación en el mundo del futbol. Sobre la base de los criterios de Goleman, Cruiff era un líder visionario. Hace unos años, uno de sus aventajados discípulos, Josep Guardiola, mejoró ese modelo, y lo hizo desde la premisa de lograr crear y desarrollar al máximo el talento de sus jugadores. Guadiola logró la quintaesencia de la simbiosis modelo & talento. En los estilos de Goleman, Guardiola es un líder coach. Mientras tanto, la selección española deambulaba de fracaso en fracaso, y una de las razones era la compleja integración del talento. Los egos y las luchas de clanes nos habían posicionado lejos de donde el talento merecía estar. Acabar con esa cultura no iba a ser tarea fácil, y liderarla requería de grandes dosis de personalidad y carácter. Luis Aragones fue el elegido, y pese a las iniciales críticas por fracasar en el mundial de Alemania y por hacer la revolución, acabó convirtiéndose el creador del embrión que llevó a la selección a cotas históricas.

En el modelo de Goleman, Luis Aragones pertenecía al líder autoritario. Con la revolución cultural realizada (Aragones), con el modelo visionado (Cruiff) y desarrollado (Guardiola) y con la mejor generación de jugadores de la historia, la apuesta era clara. Hacía falta un líder capaz de lograr armonía y espíritu de equipo entre unos jugadores que habían entrado en la era más agresiva de batallas épicas y mediáticas. Hacía falta, en base a las definiciones de Goleman, un líder afiliativo. El liderazgo afiliativo de Vicente del Bosque fue extraordinario en tanto en cuanto la afiliación era el único ingrediente que faltaba. Pero cuando el modelo empezó a entrar en crisis (como todos los modelos) y el talento empezó a dejar de serlo por cuestiones biológicas, la afiliación no solo fue insuficiente para lograr resultados sino que también lo fue para evitar los primeros síntomas de agotamiento del modelo cultural (valores, educación, compañerismo, críticas no aceptadas…).

Foster y Kaplan opinan que en los actuales escenarios los modelos de éxitos en las Organizaciones tendrán una vigencia máxima de una década, por lo que habrá que saber desarrollar con agilidad y eficiencia modelos alternativos. El modelo tiene síntomas de agotamiento, por lo que hay que retocarlo o transformarlo. El talento del que vamos a disponer, es diferente, en edad, en experiencia, y sobre todo en vinculación con el modelo que se ha utilizado. En consecuencia, la continuidad del seleccionador actual será un error. En este proceso de transformación, un liderazgo afiliativo no aportará el valor necesario para volver a la senda del éxito. En estos momentos el proyecto no requiere de armonía y espíritu de equipo, sino de análisis y determinación del modelo a seguir, y en consecuencia de la elección del talento que dicho modelo va a necesitar. Posiblemente, desde la perspectiva de Goleman podamos concluir que el futuro del proyecto debe estar en las manos de líder timonel.

 Francisco Loscos

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